miércoles, 11 de febrero de 2015

Hablar, escuchar y callar.

Considero privilegiadas a aquellas personas capaces de expresar con palabras todo, desde lo más superfluo al más íntimo y escondido sentimiento.
Esas personas son unas afortunadas porque, sin saberlo, consiguen que otras se identifiquen, que mejoren como personas e incluso como escritores o narradores de los sentimientos más profundos.
Nos hacen sentir especiales, nos sacan una sonrisa cuando leemos una frase, consiguen que, aun siendo suyas esas palabras, queden a la perfección en nuestra boca.
Pero no solo alabo a aquellas que hablan o escriben, también valoró y mucho a aquellas que son capaces de escuchar, una labor complicada puesto que requiere de toda la atención y una gran capacidad mental para poder procesar toda la información y dar una respuesta. La gran mayoria de las veces esa respuesta es dada por una persona que quizá no se valore demasiado y se sienta pequeña e insignificante, en cambio, no son conscientes de que gracias a sus pequeñas aportaciones consiguen que otra gente se sienta muy grande.Por ello hay que valorar ambas partes pues la una sin la otra no son factibles y por tanto lo mejor seria guardar silencio y que las palabras no dichas o no escuchadas nos destruyan poco a poco.

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