lunes, 2 de enero de 2017

El país de las maravillas.

Descubriendo a ratos cómo es el mundo, a veces desolador, a veces abrumador, reflexivo, descorazonador, destructivo, solitariamente repleto de cuerpos, miradas, sonrisas, sorpresas y a veces de muerte, pero sobretodo de vida. A veces el mundo te devuelve la sonrisa, otras te da la espalda. A veces las estrellas salen, brillan y se apagan.
Algunas veces, el sobresalto dura un segundo,  otras la reflexión se alarga hasta el último rayo de sol. Muchas veces, una mirada perdida se encuentra con otra que busca ,perdidamente , encontrar otra. Farolas deslumbran una noche desoladora, con cierto toque de nostalgia y de cariño agridulce. (Me gusta mucho ese adjetivo, agridulce. Encaja donde quiera que lo metas.)
Sabor amargo de cerveza a media mañana, para afrontar el día.
Haciendo balance de este año, con cuidado de no vencer la balanza a favor de lo negativo.
Que no nos gane la batalla el pesimismo, que no nos derrote la indiferencia. Aguantemos el tipo estoicamente, disfrutando de aquello que venga tal y como venga.
Requisito obligatorio, devolver siempre la sonrisa.
Tristemente feliz, abrumadoramente solitario, jodidamente jodido.
Pidiendo ayuda a silencio pelao', desgañitando los oídos del resto.
Acariciando la pared con el puño cerrado, amenazando con suaves caricias al muro de la adversidad.
Cansado de todo y nada a la vez. 
Inexpresivo, ausente e incluso algo destrozado por dentro.
Pequeño gran derrumbamiento interno, ni las vigas de refuerzo consiguen mantenerme en pie. Habrá que reconstruirse desde los cimientos.
Haciendo un llamamiento a una cuadrilla de cuerpos, con su casco arnés y bocata en mano.
Comenzando la obra corpórea.



Cerrado por reformas.

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