miércoles, 8 de marzo de 2017

Vértigo.

La rutina se posó en ella. Deseosa de romper con todo, decidió despertar. Harta de rascar días a la vida, quiso saltar y, fue entonces cuando se asomó al abismo, cerró los ojos y saltó. Saltó desde sus zapatos de tacón fino. Aquellos que separaban con tal distancia sus pensamientos del suelo que, a veces, sentía hasta vértigo.
Según caía, dejaba el mundo atrás. Se aventuraba en un viaje sin billete de vuelta, sin paracaídas, sin red. Se quitó todas las cuerdas de seguridad, todos los prejuicios, todos los miedos y, los dejó a un lado, alejándose lenta y firme abandonándose al devenir de la caída. 


Su absoluta libertad interna...


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